Protesta, cocina y 3000 euros

Protesta, cocina y 3000 euros

Enfrentando las dificultades propias del colaborar en este proceso (en las que profundizamos en una entrada anterior), era el momento de proponer un proyecto dentro del marco del arte colaborativo, con un presupuesto para producción de 3000e. Este era uno de los objetivos de este trabajo conjunto con Hablar en Arte desde el comienzo. Luego de darle varias vueltas y de proponer, tanto en la asamblea como a Georg de Hablar en Arte, y ver que era muy complicado y poco coherente dedicarnos a un solo proyecto forzadamente, nos dimos cuenta que era mejor trabajar en varias líneas gastando el dinero en algunas necesidades puntuales del Sindicato, siendo más acordes al momento y a las posibilidades del colectivo.

 

Protesta

Una mañana de diciembre el centro de Madrid amaneció empapelado con carteles negros de gran formato que denunciaban el racismo institucional en España, firmados por el Sindicato de Manteros y Lateros de Madrid. Fue una presentación pública del Sindicato que si bien ya hacía un año había sido creado, era más conocido en los círculos activistas. Los mensajes fueron escogidos en la asamblea, concentrándonos en visibilizar el racismo institucional que se expresa en leyes racistas, como la Ley de Extranjería, que impiden que los manteros puedan conseguir papeles y así otro tipo de trabajo, además de los CIEs cárceles para extranjeros que no han cometido ningún delito, y los cuerpos policiales que agreden y violentan a los migrantes con impunidad.

Así mismo abrimos una cuenta del Sindicato en twitter para mover la campaña y junto con la cuenta en Facebook continuar con la visibilización de la situación de los manteros como un tema público, y también para que la gente nos pueda seguir.

Otra parte del presupuesto se gastó en material de protesta de acuerdo a las necesidades puntuales de la asamblea: un megáfono, pancartas y camisetas.

Tenía sentido usar parte del dinero proveniente de instituciones públicas para denunciar su propio racismo estructural pues resulta necesario que la sociedad española y europea sea consciente de su propio racismo social e institucional normalizado.

 

No somos manteros, somos cocineros

Como algunos de los compas manteros saben cocinar comenzamos a proponer clases de cocina africana y cenas en casas para unas 8 personas aproximadamente. Dos cocineros nos enseñan a preparar un plato africano, luego cenamos. Cada asistente paga un dinero que va para los profes cocineros, y así se reúne cerca de la cantidad que pueden ganar una tarde en la manta. Mola porque se crea otro espacio de encuentro que no es solo de lucha política, sino algo más cercano, más personal, que nos permite relacionarnos de otra forma, además, aunque sea solo por una noche, es posible cambiar la rutina y la dinámica de la manta. También es interesante que sean ellos quienes estén en el lugar de enseñar a lxs demás, quienes tengan la atención y el conocimiento. Se trata del comienzo de otros procesos posibles, tanto en alternativas laborales como en propiciar encuentros entre personas diversas, algo necesario ya que los manteros se encuentran excluidos y suelen relacionarse solo con otros compañeros manteros, ya sea porque saben poco español o porque no tienen acceso a otros espacios de la ciudad.

Hacemos dos clases cenas. La primera la dirigen Lam y Serigne y la segunda Assane y Boye. El menú en ambas ocasiones es arroz rojo, un arroz con verduras bañado en tomate, con pimienta, ají y otras especias. Resultan ser situaciones de encuentro potentes porque no son habituales, porque algunxs no nos conocemos entre nosotrxs, porque no solemos compartir los mismos espacios. El tiempo de preparación de la comida y la cena nos permite tener esa oportunidad de encuentro en nuestras diferencias.

Dentro del arte colaborativo se supone que el encuentro, el diálogo y el compartir son siempre situaciones positivas, pero es posible que está situación pueda resultar algo estresante para algunos de los cocineros, especialmente si no saben hablar español tan bien, y si no están tan acostumbrados a estar con gente extraña durante tanto tiempo.

La cocina se abre como una forma de conseguir dinero y de abrir nuevos espacios. En la fiesta que realizamos en la Ingobernable fue la principal fuente de dinero y es posible seguir encontrando más lugares en Madrid donde ofrecer comida africana ampliando una red de colaboración y encuentro. Por ello parte del presupuesto lo destinamos a comprar materiales para cocina e ingredientes para futuras cenas y fiestas.

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Era necesario trabajar en ambas líneas, tanto en acciones a pequeña escala, con pocas personas en situaciones puntuales, como la cocina, en procesos diarios y lentos, como también en acciones a mayor escala como empapelar el centro de la ciudad presionando por un cambio en las leyes, un objetivo complicado, pero necesario, que podría beneficiar a miles de migrantes. Corto plazo y largo plazo. Lucha presente y lucha a futuro. Trabajar con los compas de la asamblea sabiendo que después de ellos, vendrán otros más.